30.4.05

La casete

En algún momento de idiotez de mi adolescencia decidí que yo no iba a escuchar ninguna otra música que no fuera Depeche Mode. Así que boté todos los cassettes* de otros grupos, incluyendo uno de Midnight Oil que seis meses después compré de nuevo, reflejando el fracaso de mi opción. Luego me hice fan de una tienda llamada Prontomúsica, ubicada en una galería frente al Cine Tobalaba. Ahí vendían a dos lucas cintas pirateadas de otras cintas: mi primera compra fue el Construction Time Again de DM, que venía mal grabado y se escuchaba a una velocidad mucho más rápida que el original. De eso me di cuenta cinco años después, cuando escuché el CD y le pregunté al dueño si el disco estaba malo ya que las canciones sonaban tan lento.

Segunda decisión estúpida: hasta el año '98 seguí comprando cassettes y porfiaba a quien me oyera en que el sistema de CDs no duraría mucho más, alentado por un radiocontrolador sicópata que me juró de guata que el año 2000 el único formato vigente iba a ser el DAT (el pobre tenía como 50 DATs, los que costaban una fortuna). Un día me cobraron 9 mil pesos en Fusión por la cinta con los grandes éxitos de los Misfits: el CD estaba a siete lucas. Fue el último cassette que adquirí y ahora lo tengo en el auto junto al 'Vienna' de Ultravox que me regalaron el '93 y no había escuchado hasta este año. Por cierto, Ultravox es un grupo notable y le pega tres patadas a DM, que cada día soporto menos (pese a que tengo la casa empapelada con pósters de la banda).

En una caja dentro del clóset de esta pieza apilé mis más de 200 casettes que ya no sirven para nada. La mayoría los grabé del programa Música Marginal que conducía Guillermo Escudero en la radio de la U. de Chile. Gracias a este caballero -que hoy debe rondar los 50 años- salí de mi ostracismo musical y conocí entre otros a Jesus & Mary Chain, Pixies, Xymox, Front 242 y My Bloody Valentine, grupos que hasta hoy 'son parte de mi banda sonora' como diría algún snob. Para saber los títulos de las canciones los anotaba en un papel mientras este señor los listaba muy lento. Luego los transcribía en el cassette y les hacía un diseño medio mula que hoy da risa. Algunos los escuché hasta que se rompieron.

Todo esto es para decir que ayer me acordé que mi hermano me instaló un programa que se llama Audioscrobbler, el que archiva los mp3 que escuchas en el PC, determina cuál es tu tendencia musical y te sugiere ciertos grupos. Bueno, anoche supe que en este mes lo que más he escuchado es Ultravox, Ladytron y Ride. Y la primera sugerencia fue The Killers. Acto seguido los busqué en el hub, bajé el disco, los escuché y me gustaron. Muy fácil, claro, pero estoy seguro de que si no paso por esa década casetera la música no me gustaría tanto como me gusta ahora.

*[Nota mental: ¿alguien se acuerda cuando a comienzos de los '90 los académicos de la lengua obligaron a medio mundo a decir 'la casete'? Yo creo que esa fue la palada final al formato]

Para complementar: notable post de DLP en la misma onda casetera.

28.4.05

El desayuno es la comida más importante del día si trabajas para un fabricante de cereales

Yo no tenía ganas, pero me obligaron a ver el debate de nuestras precandidatas. "¿Qué pueden debatir dos personas que piensan igual?", insistí, pero no hubo caso. Hoy día me entero que una de las dos ganó, pero no sé bien qué ni cómo. Para mí el gran triunfador fue Bernardo de la Maza, quien alegró la velada con sus tartamudeos, dislalias y pifias al por mayor. Se le echa de menos en TVN: al lado de un showman como él Amaro Gómez parece una pantruca estítica con su modulación perfecta y aire de genio. En todo caso, lo más chistoso de la jornada estuvo a cargo de Consuelo Saavedra, quien se plegó al ambiente feminista inquiriendo a ambas candidatas sobre sus maridos y pololos. Notable, le faltó consultar por la talla de las medias, el color del rimmel y la receta del charquicán. Mosciatti parecía beodo haciendo preguntas más largas que sus respectivas respuestas y de los otros no me acuerdo.

Afortunadamente mi hermano Ornitocracio había dejado olvidada en mi casa una revista Le Monde que leí acostado en paralelo al debate, impidiendo que me quedara dormido. En un estupendo artículo descubrí un par de cosas:

  1. Un combo de MacDonalds aporta todas las calorías que un ser humano necesita en el día. Si almuerzas eso, mejor no cenes.
  2. El lugar común "el desayuno es la comida más importante del día" lo inventó Kellogg's -fabricante de cereales- como slogan de una campaña comercial en los años '60.

Según el articulista, no existe ninguna evidencia médica que respalde esta última y extendida afirmación (que nuestras madres, suegras, parejas y gente informada en general nos repiten con majadero cariño). Incluso podría ser perjudicial para un ciudadano medio deglutir enormes cantidades de cereal, pan, queso y yoghurt tan temprano: vía rápida al infarto, en suma. Por algo el país del cornflake luce las mayores tasas de obesidad del mundo. Lo que es yo, me quedo feliz con mi café con leche y una tostada embadurnada en manjar. Si como más al amanecer me da acidez.

27.4.05

Escribir bien no sirve para nada

A las 6 de la tarde terminé con los ojos llorosos, las manos temblorosas y la espalda adolorida como estibador. ¿Trabajo físico? Ni cerca.

Retrocedo: al mediodía me llama Cata La Diseñadora, quien con su perpetua papa en la boca me suplica que le corrija la Memoria Anual de una empresa. "- Son cuarenta luquitas. -Sí, claro, ¿para cuándo? - Para hoy: se va esta noche a imprenta". Bueno, ganar 40 mil pesos en tres horas no está mal para una profesión como la mía...

A las 3 llega una moto a mi casa con un sobre que contenía la famosa Memoria. Acto seguido me vuelve a telefonear Cata para advertirme que si me contactaba alguien de la empresa yo debía decirle que era un 'corrector profesional' y que habitualmente cobraba como mil pesos por página, pero que en este caso iba a hacerlo por menos debido a nuestra 'amistad' (a Cata la he visto dos veces en mi vida en trámites similares). No entiendo mucho. "Así yo quedo súper bien ante ellos, como una persona con contactos", me aclara la muy picarona. Un segundo después de colgar en efecto me llama la disléxica redactora de la Memoria, pero sólo para apurarme y sin intención alguna de verificar mis antecedentes, contactos ni supuestos descuentos.

Yo redacto bien, tengo buena ortografía y en general los textos me salen sintéticos, fluidos y con cierta gracia. No es pedantería decirlo, pues por un lado creo que es la única habilidad real que tengo y por otro nunca me ha reportado el respeto personal ni profesional de nadie. Por eso con cierta regularidad me llegan estos trabajos absurdos consistentes en corregir a la carrera motes de redactores que se llevan la mascada grande. Y la verdad no me cuesta casi nada.

Sin embargo, esto ya fue mucho. La Memoria consistía en 160 páginas de chambonadas, obviedades, metáforas dignas de Mandolino y redundancias al por mayor; además de docenas de millones de comas. Perlas como ésta: "El 16, de octubre, el directorio, decidió nombrar a zutano, como Gerente de Regiones". Arg, ¿quién le dijo al proto-novelista que había que poner comas luego de cada sustantivo? No miento si digo que mi hermana chica hubiera escrito textos cien veces mejores que aquellos (¿y saben cuánto se cobra por escribir una Memoria?: un millón y medio de pesos promedio; lo sé por experiencia personal). Sólo en la contratapa tuve que marcar ¡quince errores! y el panorama adentro era estremecedor. Así que me puse a leer como un loco tirando flechas a toda velocidad con destacador fosforescente. Al final la Memoria parecía mapa y al llegar a los Estados Financieros -un puzzle de miles de tablas y números escritos con la letra más pequeña posible- simplemente tiré la toalla exhausto, sellé el sobre de vuelta y llamé para que vinieran a buscarlo ipso facto. Total, seamos francos, nadie lee estas tonteras y sólo se editan porque es obligación legal hacerlo.

Luego de acabar la tortura vi Trenes Rigurosamente Vigilados, una joya checoslovaca de 1966 que trata sobre un tipo muy vago que se va a trabajar a una estación de ferrocarriles porque en su familia es costumbre hacerle el quite al esfuerzo físico. Controlar el paso de los trenes: esa pega quiero yo. Pero no, entre hoy y mañana debo describir unas cincuenta verduras de cerámica y otros doscientos obsequios afines para el día de la madre. "Hermosa y delicada imitación de un rojo tomate del material conocido como plastoflex, ideal para llevar el queso rallado a la mesa: tu mami soltará un lagrimón al abrir el paquete. Incluye cucharín de madera e instrucciones". Auxilio.

25.4.05

Juanito y El Avispón

A las cinco del viernes partimos y una hora y media después ya estábamos instalados en el departamento que los papás de Manguac tienen a diez pasos de la playa Las Cadenas en Algarrobo, agradable pueblo fantasma en el que el sábado a las 10 de la noche los únicos negocios abiertos eran una botillería, el cybercafé y una tienda de velas (?). Preparamos reineta al horno, tomamos gin tonic como caballeros, dormimos siesta, jugamos a las cartas y escuchamos la exótica Radio Algarrobo "al final del dial", en donde se mezcla sin pudor a Leonardo Favio con ABC y los comentarios deportivos están a cargo de JM (el frescolín de Juvenal Morales: consígase otro apodo, mijo). Para los malpensados: no practicamos la sodomía porque no somos gays.

La vuelta a Santiago nos tomó apenas una hora. Qué agradable es manejar un auto decente por una buena carretera. Hace una semana tenía todo preparado para comentar acá mismo mi 'horrorosa' experiencia en la revisión técnica, incluyendo supuestas visitas al infierno de calle 10 de Julio para arreglar un foco, rellenar el extintor o cambiar amortiguadores. Al final de cuentas el trámite me tomó 20 minutos y mi autito pasó cero faltas. No lo podía creer. Lo que pasa es que mi relación con la mecánica ha sido y será compleja. En resumidas cuentas: no tengo idea de nada de lo que hay adentro del capó. Palabras como bujía, chicler de baja, cardán y empaquetadura de culata me suenan a lituano. Y lo peor es que llevo manejando hace más de una década.

Mi primer auto fue un Renault 5 que me prestaba mi mamá. Un lunes saqué la licencia y el miércoles ya lo había chocado contra una micro estacionada frente a un retén de carabineros (!). Mi amigo Costas lo bautizó 'El Avispón Verde' y arriba de él cometí las peores burradas que un conductor puede imaginar, entre ellas subir a once personas arriba en una noche de lluvia. Una vez lo fundí porque no sabía que había que echarle agua, otra vez un mecánico le robó el parabrisas y el golpe de gracia se lo dio una ambulancia que me estrelló por detrás en Alameda con Las Rejas y lo dejó como acordéon. No sé cómo, pero vendí al pobre Avispón en 800 lucas.

Sumándole unos ahorros compré un Renault 11, que Costas apodó ahora como 'La Furia Roja' y del cual no voy a contar nada porque no tengo un buen recuerdo ni del auto ni de la época en que lo tuve. Sólo decir que volví a fundirlo -ahora en un horroroso viaje al Cajón del Maipo que entró al ciclo de leyendas urbanas chilenas- y lo vendí en 400 lucas luego de tenerlo abandonado por tres meses en un servicentro.

Luego me fui a Siena y a la vuelta, gracias a una pasajera pega en la que nadé en la abundancia, adquirí con mi primer sueldo un Volkswagen celeste del '61, al que esta vez yo designé como 'Juanito'. La reliquia realmente era un chiste sobre ruedas: se llovía, temblaba como terremoto de 9 grados en Avenida Matta, se empañaba entero en los días fríos, no tenía bocina ni radio ni luces intermitentes ni esa cuestión con la que tapas el sol al atardecer, hacía un ruido como de corneta de cumpleaños cuando andaba rápido y tenía un permanente olor a bencina. El aroma empeoró después de que en una insensata distracción le cargué diez litros de diesel y el pobre veterano bencinero escupió humo multicolor: hubo que hacerle una especie de lavado de estómago del cual nunca se recuperó completamente. Cada noviembre lo entregaba a mi mecánico para que sorteara la revisión técnica fuera como fuera; no sé cómo lo hacía, pero luego de un par de semanas siempre me lo devolvía con el bendito autoadhesivo. Pese a todo, y a que me dejó botado varias veces en plena carretera, me dolió desprenderme el año pasado del tarro Juanito porque lo quería mucho: lo regalé a cambio de 150 lucas.

Así era Juanito


Al contado, echando mano a todos mis ahorros (no creo en el crédito por un tema moral), hace seis meses me compré un auto decente, por fin. Y juro que lo voy a cuidar como hueso de lúcuma, ya basta de esta irresponsabilidad cretina asesina-autos. Ahora valoro lo incomparable de conducir sin sufrir permanentes ataques de histeria. Calidad de vida, le llaman. Me falta aún ponerle un nombre al nuevo auto. ¿Qué apodo se le puede poner a un Clio color guinda seca? ¿Ah? Acepto sugerencias.

22.4.05

Donde Bahamondes

Mientras sostenía el vaso de bebida con la axila bajé la vista para pelar un maní. Justo en ese instante la gente se comenzó a parar y segundos después sentí el grito de la masa. Así que intentando equilibrar vaso-maní pelado-paquete de maní asomé mi cabecita entre el respetable para ver a los jugadores celebrando. Ni siquiera pude empuñar las manos para festejar. Por culpa del maní no vi el gol del empate de la U frente a Sao Paulo. Muy frustrante. Análisis futbolístico: pucha que somos malos para la pelota.

Terminado el cotejo nos fuimos con Manguac a tomar una cerveza al Bar Bahamondes. Mi amigazo está triste por una mala mujer. No detallaré nuestra conversación por respeto a su intimidad. Análisis romántico: algunas mujeres se comportan como hombres.

Hoy amanecí como si me hubiera tragado un cenicero y bastante chambreado, por lo que estimo conveniente alegrar este post con una lista de eventos asociados a 'Donde Bahamondes', antro que por años fue mi segundo hogar.

  • Debuté en Bahamondes durante mi primera semana en la U cuando un latero nos llevó para entonar ciertas canciones con su guitarra. A ese sujeto -que hoy es figura de Informe Especial- lo encontré de nuevo ahí hace un par de años borracho como sapo y me volvió a dar la lata.
  • Una tarde anónima vi a Don Lucho, el dueño, emerger por debajo de nuestra mesa desde un subterráneo del cual nadie se había percatado. En esa época el piso era de tierra; ahora es de baldosa y el sótano parece estar clausurado. ¿Qué cresta habrá ahí abajo?
  • Una tarde de viernes Negro Pardo se gastó en cerveza 20 lucas que se encontró botadas en la calle. Docenas de estudiantes acudieron al festejo. Ese día yo tenía que hacer una especie de prueba de cámara de chaqueta y corbata: terminé siendo grabado con la corbata como cintillo intentando simular un tambaleante despacho. "Por favor ándate ya y vuelve el lunes", me señaló el cameraman conmovido ante mi performance. Qué lindo sería rescatar ese videoclip.
  • Recuerdo patentemente haber estado un día a las 10:30 AM junto a Negro Pardo y JP (el Triunvirato) sentados en la puerta del bar esperando a que abrieran. En tercero de la U fui los siete días de una semana al Bahamondes
  • Afuera del Bahamondes le juré amor eterno a Erika O., mi obsesión de segundo año. Ella me dijo que aunque yo era bastante simpático de ningún modo le gustaría estar conmigo: "es que no me gustan los borrachos", me explicó. Mi polerón quedó todo manchado de pintura seca debido al nervioso refriegue de mi espalda contra la muralla mientras intentaba convencerla de que 'podía cambiar'. Paralelamente, en el interior de local JP vomitaba el piso mientras don Lucho lo perseguía con un balde de aserrín. Luego le sirvió un té.
  • Durante un cumpleaños de Negro Pardo no sé cómo terminé semi-desmayado debajo de la fila de mesas. Luego desperté y me puse a lanzarle galletas al resto de los parroquianos. A nadie le hizo gracia.

Ahora que veo escrito todo esto es bastante patético. Análisis personal: uno puede hacer esa clase de boludeces mientras el hígado le aguante.

20.4.05

Qué bonita vecindad

Todo iba bien hasta ahora en mi vida independiente. Esta infame pega de descriptor de peluches me alcanza para cubrir mis gastos domésticos, y el generoso pituto incluso me permite ahorrar y darme uno que otro lujo (como ir amoblando mi ridículamente amplio hogar). La armonía duró hasta el sábado pasado. Esa mañana mientras disfrutaba del desayuno decidí abrir la puerta de la terraza para que entraran aire fresco y calorcito. Pero entró algo más: el 'Reggaetón'.


'Tu-cu-TUCÚ'. 'Tu-cu-TUCÚ'. 'Tu-cu-TUCÚ'. 'Tu-cu-TUCÚ'. 'Tu-cu-TUCÚ'. 'Tu-cu-TUCÚ'.

Durante todo el día el horroroso ritmo no paró de atacarme el tímpano: aparentemente mi púber vecina se compró un CD compilatorio de la melodía en cuestión y decidió que el resto del vecindario también debía disfrutarlo. El domingo amanecí con el mismo boche y abrumado me puse a gritar como un loco por la ventana "¡bajen esa maldita música por favor!". Nadie me hizo caso y así ya llevamos cinco días en la función. Cada vez que me asomo a la terraza está ahí el monótono 'Tu-cu-TUCÚ' (incluso hoy a las 7:45 AM cuando fui a sacudir las migas del mantel: ¿acaso no va al colegio ese pequeño Mozart?). Si en el infierno hay música ambiental, sin duda debe ser Reggaetón.

Lo peor es que no puedo ir a reclamar. Hace dos semanas Doña Griselda -bisabuela de la creatura- apareció en mi puerta y me invitó cordialmente a pasar a su casa para informarme que alguien había instalado una antena en su techo. Ante mi estupefacción, la veterana (que no debe tener menos de 85 años) trepó ágilmente por las planchas de zinc y recorrió unos cincuenta pasos hasta asomarse a la calle. Y a unos seis metros de altura me exhibió una oxidada majamama de fierros y cables que según ella 'algún delincuente' había colocado ahí con motivos ignotos. Yo ya me veía viniéndome guarda abajo junto con la venerable anciana y falleciendo de la forma más ridícula posible (titular de La Cuarta fijo).

Pero la muerte estaba mucho más cerca de lo que imaginé, pues de vuelta en su living la viejuja me advirtió que ella no volvería a tolerar que le colocaran nada en su propiedad: fue al dormitorio y desde el velador extrajo ¡un revólver! que con mano temblorosa exhibió caminando directo hacia mí: "con esto les voy a mostrar lo que es bueno", reveló emocionada. Mientras yo le rogaba aterrado que por favor tratara de apuntar a otra parte, Doña Griselda me relataba que un nieto suyo tenía "un auto nuevo porque es médico, y él le puede sacar la cresta a cualquiera". "Ajá", murmuraba yo, acobardado no precisamente por el doctorcillo. Por suerte desde una minúscula habitación que yo creía clóset apareció un sobrino sesentón que con una revista del Pato Donald en mano previno a la dama que mejor no sostuviera el pistolón de esa forma "porque las armas las carga el Diablo". Acto seguido me despedí y huí despavorido. Luchito El Peluquero -mi amable y nervioso vecino del otro lado- me confirmó luego que la escuálida dama era "de armas tomar" (tal cual) y que mejor sería no meterse mucho con ella porque tiene un genio endemoniado. Al día siguiente, mientras sacaba mi bicicleta, la vetusta pistolera estaba barriendo en la calle. La saludé con un sonoro y educado "Buenas tardes, Doña Griselda". "¿Y usted quién es, dónde vive, ah?", me espetó la muy desmemoriada.

O sea, si voy a protestar para que de una vez le bajen el volumen a la horrenda música tal vez termine saliendo dentro de un cajón.

Debo aclarar que toda esta historia es verídica, incluyendo el escabroso detalle del Pato Donald.

19.4.05

Acabo de dejar de ser católico si es que lo era

Por mucho tiempo pensé que mi crisis de fe era un problema personal. Gracias cónclave cardenalicio por dejarme más tranquilo. Llegó el Papa Negro, negro de alma.

¿Alguien me puede explicar cómo se ingresa a la Iglesia Luterana?

18.4.05

International Superstar Manguac

Manguac, mi más fiel lector, me imploró que escribiera sobre su estupenda actuación en la pichanga dominical. Procedo al relato:


"Bajo el calor del mediodía otoñal y con pre-emergencia ambiental en el Área Metropolitana -condición que invitaba al sano esparcimiento al aire libre- las escuadras 'Juventud Divino Tesoro' y 'Ancianos' se enfrentaron este domingo en una anónima cancha de cemento del Colegio San Ignacio-El Bosque. El duelo comenzó a las 10:54 AM con una concurrencia de cero espectador y los equipos alinearon de la siguiente forma:

- Juventud Divino Tesoro: Ponche, Francisco, Marco, Eric y Joya.
- Ancianos: Manguac, Manguac, JP, Pelao y Caballo Loco.


Team Ancianos, Caballo Loco porta el banderín

El primer tiempo, muy disputado, acabó con un salomónico empate 6 a 6. Destacó la figura de Pelao, único miembro del equipo 'Ancianos' capaz de pegarle al balón con tino. Caballo Loco hizo su debut en esta fecha, aportando alegría y entusiasmo a la zona de ataque; su legendaria velocidad cedió paso a la calma parsimonia que sabiamente deposita el tiempo en el cuerpo cansado. Por el otro lado, pese a su indomable espíritu adolescente, el cuadro 'Juventud Divino Tesoro' se mostró errático en la puntada final y atolondrado en defensa, en donde Manguac siempre confundió a la zaga con su endemoniado dribbling y proverbial poder de finiquito.


Manguac cabecea hacia el gol


El segundo lapso vio erigirse a Manguac como la figura del encuentro. Gracias a su aporte, el equipo soportó el asedio rival y se dio maña para llegar al arco con peligro. Así llegaron los goles, y el final del encuentro sorprendió a 'Ancianos' con la merecida ventaja en el marcador: 10 a 9 fue el tanteador definitivo. Destacable en el accionar táctico fue JP, una verdadera fiera en la defensa (aunque con una irritante tendencia a la verborrea, fustigada por sus propios compañeros). Para la postal: inédito gol de cabeza de Manguac, quien resolvió con un magnífico testazo el envío largo de Pelao. Todo el fragor de la lucha se resolvió con viriles apretones de manos y la celebración alborozada de los triunfadores.


JP despeja chute de Ponche


Linda jornada en el San Ignacio. Un reflejo de la sana práctica deportiva que hace reflexionar en que la juventud no sólo debe figurar en la prensa por el vandalismo, la drogadicción o el inmundo grafitti. Estas noticias pocas veces ocupan espacio en nuestros medios: hoy lo destacamos."

Se me olvidó mencionar que atajé una volea con la chasquilla.

15.4.05

El Perro González

Anoche hablé largo rato por teléfono con Rodrigo González, el Perro González, mi mejor -y único, para ser francos- amigo del colegio. Mis ex compañeros están organizando un asado a propósito del aniversario del egreso y, al ver que él era el único que no lograban ubicar, me animé a revisar agendas hasta que perdido en un papelito dentro de una viejísima billetera hallé su teléfono de esos años. Sin esperanza llamé y contra todo pronóstico logré encontrar a su hermano, quien finalmente me dio su número. Hacía 10 años que no hablaba con el Perro... ya dije que no llamo nunca a nadie y así pierdo amigos.

Para mí el colegio fue una etapa oscura y dolorosa. Odiaba ir a clases, detestaba a la mayoría de mis compañeros y profesores, me sentía solo y mi timidez tampoco ayudaba a hacerlo más soportable. Me iba bien sin estudiar (no recuerdo nunca haber estudiado nada, algo que me pesó en la U), pero injustamente me gané el mote de 'mateo' y pedante. Varias veces sufrí guerras en mi contra y hasta el día de hoy agradezco al cielo el no haberme transformado en el 'perkins' del curso: sencillamente fui abandonado en un rincón con el apodo de 'Hombre Isla' ante la indiferencia general. Sólo una legendaria borrachera en un paseo a San Carlos de Apoquindo me salvó del total anonimato y me creó una pasajera fama de ebrio que tampoco merecía. El día que salí de ese maldito lugar llamado Liceo Alemán fui el hombre más feliz del mundo. En la Universidad, por suerte, fue todo diferente, si no ya me hubiera tirado por un balcón.

En fin, Rodrigo en 3º y 4º Medio fue mi único soporte durante ese infierno. Habíamos sido amigos en Básica y no sé por qué en un momento nos distanciamos por años hasta que por fin volvimos a hablar: en él encontré el amigo que necesitaba y se lo agradeceré siempre porque no es fácil ser el defensor del tipo más impopular de todos. Como yo, él odiaba a medio mundo -incluso con más acidez- y en ese desprecio universal logré hacer todo más soportable. Debo admitir además que en esa época yo era particularmente huevón y muy poco interesante; pusilánime, callado al extremo, sin tema y un permanente atado de nervios. O sea, como amigo no valía nada.

Anoche recordamos con Rodrigo esa época y coincidimos en que tal vez nosotros éramos en buena parte responsables de haberlo pasado mal por prejuzgar a la gente. Y que no nos corresponde juzgar ahora a los adolescentes arribistas de esa época con los parámetros de hoy (como si la gente no pudiera cambiar en tantos años). Espero así que en este asado todo sea distinto, y si no es así no me importa poque ya soy otro. Si alguien me llama 'Hombre Isla' simplemente lo mando a la mierda, algo que he aprendido a hacer bien en estos años.

Hoy Rodrigo es enólogo, trabaja en San Javier en una viña (es feliz en lo que hace, qué sana envidia), está casado y tiene una niñita muy linda: la acabo de ver en una foto que me envío. Parece que está más gordo, pero menos que la última vez que lo vi, cuando ya estábamos en tercero de la U y nos juntamos. Hablar con él ha sido lejos de lo más agradable que me ha pasado últimamente y me alegró mucho recibir esta mañana un e-mail suyo en donde me dice algo similar. Siento que gracias a esta conversación voy a poder comenzar a cambiar mis recuerdos de esa época y a quedarme con lo bueno, que en este caso fue su amistad y un par de cosas más. Y ojalá me sirva para recuperar a un amigo.

12.4.05

Palo para Todos

El fin de semana me pasaron varias cosas:

- Volví a la Blondie después de años para ver a Miranda (grupo que no conocía hasta hace tres semanas pero que Ram me venía advirtiendo hace meses que me debía gustar: me gustó, en efecto). Bailé con mi hermana y con Manguac. Se me cayeron las gafas al suelo y de milagro las encontré intactas un minuto después entre medio de las piernas de una lola. Transpiré como un animal, nunca en mi vida había estado tan sudado. Creo que tengo severos problemas de metabolismo. Miranda se escuchó como las pelotas. Pali y Lulú Jam son una porquería nefasta que no entiendo. La Blondie está igual a cuando la visitaba semanalmente, pero me cargó que pasaran un video porno en medio de una canción. Le tuve que tapar los ojos a mi núbil hermana para que no viera el coito.

- Asistí al derby del fútbol chileno, otra vez con Manguac. Me estoy juntando demasiado con Manguac. Esa mañana jugué a la pelota con Manguac y luego lo sicoanalicé. Bueno, casi. Otro día cuento porque nos llamamos mutuamente 'Manguac'. El superclásico, para variar, fue una mugre. Por suerte al final los pataduras se agarraron a combos, porque daban ganas de bajar uno mismo a la cancha y agarrarlos a aletazos a todos por troncos. Para coronar, al final nos dejaron encerrados 45 minutos y cuando abrieron las puertas los pacos agarraron a medio mundo a palos y luego debimos atravesar una guerra de camotazos. Así da gusto ir al estadio.


Vida Social: a la derecha, Manguac; a la izquierda, Manguac.


- El domingo disfruté el mejor programa de TV que he visto en años. La edición de Tolerancia Cero estuvo magnífica, de verdad. Jamás pensé que un sujeto que desprecio como Fernando Paulsen me abriera los ojos respecto a algo: si los chilenos votamos por un tipo de gobierno, luego no podemos quejarnos por cómo funciona. En castellano: si elegimos con entusiasmo un sistema neoliberal-talibán, no podemos después andar lloriqueándole al Estado porque sube la bencina, los micreros son ladrones o no hay plata para auspiciar al equipo juvenil de hándbol. Nosotros día a día ayudamos a sustentar este sistema inmoral con nuestra desidia.

No fue poco para un par de días.

7.4.05

Si lo dice la televisión, debe ser verdad

Como no tengo cable disfruto mucho que el canal ABT esté dando cine clásico a una hora razonable (10 PM). El lunes vi Conquest, con la Greta Garbo y Napoleón; el martes me repetí La Diligencia con John Wayne; y anoche estaba viendo una película muda sueca con la misma Garbo cuando luego de media hora se fueron a comerciales y al regreso... pusieron de nuevo La Diligencia. Estuve tentado de llamar para reclamar pero no pasó de ser sólo una tentación. Así que me puse a recorrer canales hasta que di con un reportaje de la TV vasca en UCV. Era sobre Viña del Mar (al igual que muchos, siento ese irresistible impulso chovinista de saber qué diablos piensa el resto del mundo sobre Chile).

Pues bien, me enteré de ciertas cosas que desconocía:
- En Viña a los trabajos ocasionales se les llama 'changas'; y a los trabajadores ocasionales, 'changarines' (por curiosidad averigüé que -vaya coincidencia- el mismo término es ocupado en Buenos Aires: los viñamarinos usan el lunfardo como segundo idioma... mucho turismo tal vez).
- De no ser por el dinero del gobierno autónomo vasco, más de la mitad de los niños de Viña no tendrían acceso a la educación.
- En Viña se imparte instrucción militar a los alumnos de enseñanza básica.
- El borde costero de Viña está lleno de edificios que sólo son ocupados en verano por millonarios argentinos.
- Viña del Mar en el fondo es una ciudad irreal cuyo balneario lleno de lujos es una pantalla para esconder la miseria galopante que golpea a toda la comunidad.

Sospecho que el equipo encargado del reportaje viajó a Sudamérica para mostrarle a los vascos qué diablos se hace con la plata que les regalan a nuestros mugrientos países. Al ver que no eran tan mugrientos, se tomaron ciertas licencias estilísticas. Es lo que se podría llamar 'si no encuentro lo que busco, lo invento'. Les faltó poner a gente bailando salsa en las calles polvorientas y a sujetos de poncho durmiendo bajo las palmeras como los inútiles amigos de Speedy González...

En Siena una vez sostuve una discusión interesante con Leslie, una chica de 20 años de Nebraska. Luego de que presenté una exposición sobre mi país (centrada primordialmente en Garganta de Lata como modelo para la infancia) ella prefirió que yo ahondara más en la magnífica devoción religiosa de mi pueblo. Nos explicó cómo era habitual que día a día en las calles de Santiago pasearan procesiones de penitentes vestidos de negro y cargando imágenes marianas. Eso, claro, después de dormir la siesta: la capital de Chile reposaba de dos a cinco de la tarde por el perpetuo calor que tiende a amodorrar el espíritu. Leslie había visitado Tijuana algunos años antes y sagazmente decidió que lo que vio ahí -si es que lo vio- era extensible a todo el resto de este gigantesco país que habitamos al sur de Texas. Debo admitir con vergüenza que, luego de un breve e infructuoso intento por convencerla de que jamás en mi vida había visto una procesión, la mandé directamente al carajo.

Otra vez un italiano bastante menos pretencioso me preguntó si en Chile había autos. Y una española quedó muy preocupada por la suerte de mi familia... luego de un huracán que azotó el Caribe. Y mi casero me interrogó varias veces acerca de por qué yo no era negro. Malditos estereotipos y prejuicios: cuando hablaba con mi amigo Henry, keniano, sinceramente no sabía qué preguntarle sin ofenderlo. "¿Y tienen ciudades en Kenia, Henry? ¿Y has comido elefante, bwana?..."

2.4.05

Disgresiones acerca del Papa

Cuando trabajaba en la Radio Cooperativa a veces el móvil nocturno, en vez de estar a la caza de improbables noticiones a las 11 de la noche, iba a comprar whoppers para que aplacáramos el hambre. Mientras comíamos, casi siempre llegaba Bolón -el radiocontrolador de la noche-, miraba la pantalla del computador de la agencia UPI, imprimía algo y comenzaba a gritar "¡se murió el Papa, se murió el Papa". La primera vez quizás fue divertido, pero ya a la decimoséptima sin duda era una lata. Como envidiaba nuestros emparedados, ésa era su forma de advertirnos que mejor que comer era estar siempre alerta por si la máxima noticia posible se producía. "Ah, es que yo soy un profesional de la vieja escuela de la radio", pontificaba. Estuve tres años trabajando de noche ahí y en realidad no recuerdo que nunca haya pasado algo muy relevante, así que su bienintencionado consejo cayó en tierra yerma.

En fin, ahora sí se muere el Papa y siento esa extraña excitación periodística ante el inevitable desenlace. El 2001, cuando cayeron las Torres Gemelas, me vine a enterar recién como a las 4 de la tarde, e incluso sostuve antes absurdas conversaciones al respecto creyendo que me estaban hablando de la caída de la bolsa o algo así. Así es que ahora he seguido con extrema atención toda la cobertura de nuestros medios, pero ya me comencé a aburrir ante la inercia noticiosa y la majadera repetición de las imágenes de la visita del Papa hace 18 años.

La imagen que tengo de esa visita -y no otra- es la del Papa asomándose de un balcón de La Moneda acompañado de Pinochet. Eso nunca lo he entendido, porque una cosa creo es apoyar a un pueblo que sufre, y otra darle en bandeja a un dictador la oportunidad de aparecer respaldado por el Sumo Pontífice de la cristiandad. En los reportajes que se difunden hoy a cada rato nos insisten en que el Papa puso como condición para la visita el tener una agenda absolutamente libre. Pues entonces, deduzco que nadie lo obligó a dejar para la posteridad esa postal horrible junto al Viejo. Resulta que ahora me tratan de vender que en esa reunión el Papa le dijo a Pinochet que renunciara y que el viaje por Chile sirvió subrepticiamente para inyectar conciencia democrática al pueblo oprimido. Creo de corazón que todo eso es falso porque S.S. no pronunció siquiera una frase en Chile en la que aludiera al tema. Habría preferido cien veces que el Papa viniera una vez recuperada la democracia y hubiera condecorado al Cardenal Silva Henríquez, quien sobradamente se lo merecía ya que le regaló a la Iglesia chilena el respeto del pueblo (el que paulatinamente se desvanece). No recuerdo ninguna foto del Papa junto a él.

Bueno, me acabo de enterar que Juan Pablo II murió. Pobre caballero.

1.4.05

Sueño conceptual utilitario

Anoche tuve un sueño extraño. Llegaba a la única cancha de baby-fútbol del Liceo Alemán para jugar un partido con Manguac. JP -quien en la vida real nos ha acompañado en las últimas pichangas de los domingos- estaba ya ahí con un montón de gente: su hermano, Pato Rojas (un amigo mío que se murió), un guatón gigantesco que no conozco porque no existe, otro desconocido con un bigote tipo Hitler, alguien más que no me acuerdo... y Jaime González. Como hace año y medio que no veo a Jaime lo saludaba muy cordialmente, incluso ensayando un abrazo. Pero insólitamente él me recibía sólo con un movimiento de cabeza y cara de fastidio. Estaba más canoso que la última vez que lo vi y medio barbudo. Yo quedaba súper confundido por el desprecio, me iba al arco y empezaba el partido. El bueno de Jaime (junto a unas 15 personas más) jugaba para el equipo rival, mientras nosotros éramos apenas cuatro. Jaime jugaba como un animal y me metía varios goles, y cada vez los celebraba como si fuera la final del Mundial: me los gritaba en la cara mostrando los dientes. No sé por qué pero en un minuto yo tenía que ir a buscar la pelota que se había ido lejos, y llegaba a una casa oscura, me venía un infarto y ahí el sueño se fue al carajo. Desperté con dolor de pecho y súper angustiado.
Ahora bien, ¿llamaré a Jaime? Me carga que la gente me ande despreciando, aunque sea en sueños. Más aún en su caso, porque siempre ha sido súper cordial conmigo y en realidad es una persona tranquila que jamás tendría una actitud odiosa como en el sueño. Estoy todavía medio inquieto, como con la bala pasada.
...
Bueno, lo acabo de llamar. Y no está enojado conmigo. Quedé de invitarlo a jugar el domingo y de almorzar uno de estos días (trabaja en el Diego Portales, a unas cuatro cuadras de acá). Como yo nunca llamo a nadie -porque me carga hablar por teléfono: he perdido amigos por no llamar jamás- y él sufre del mismo complejo tímido, al final el sueño me fue en extremo útil.