4.3.05

De computín no tengo nada, pero participo con entusiasmo en el adorable sistema del Hub. Para el que no sepa qué diablos es un Hub (tal como yo hace dos meses), resumiré que es una especie de comunidad virtual en donde sus integrantes -ojalá de un mismo país por la velocidad de conexión- comparten sus archivos útiles. En un par de meses he bajado maravillas, como una gigantesca colección de bootlegs de Depeche Mode, los últimos álbumes de Camouflage y Ladytron, casi cien videos y muuuuchas cosas más. Y he puesto a disposición del respetable mi trasnochada discografía indie-synth-pop-new-wave-noise. Anoche bajé el tercer disco de los enormes Unrest, banda que creía conocer sólo yo, y simplemente caí en un trance místico de jolgorio. ¿No mates la música? Las pelotas: calculo haberle regalado a las disqueras no menos de un millón de pesos durante mi tierna juventud. ¿Qué obtuve a cambio? Discos a 20 lucas en los salteadores profesionales de Fusión, y antros lamentables como La Feria del Disco en donde el catálogo se resume a Alberto Plata, Team Mekano, Rojo y demases.

¿Acaso debería haber esperado hasta que algún despistado del Eurocentro trajera por equivocación la discografía de Unrest? ¿O pagarle 30 lucas a Amazon para que importe el disco debut de When in Rome cuando lo único que quiero es una canción? No, gracias. El negocio musical chileno me ha fallado sistemáticamente a lo largo de los años y lo único que faltaba es que ahora el dueño de Colt 70 me venga a pedir explicaciones. Pagarán justos por pecadores, pero nada podrá impedir que tomemos lo que está ahí a mano cual manzana del Edén. Lamento eso sí no haber gozado antes de este sistema para gozar los discos cuando salían y no lustros después.