15.3.05

Mi amiga Cecilia

Cuando hablo de las viejas no me refiero a las mujeres mayores de cierta edad. No tiene nada que ver con los años ni tampoco con el sexo. Un buen amigo mío, de apenas 28 años, es una vieja. Se comporta como vieja, opina como vieja y esgrime lugares comunes de vieja como si fueran máximas para la vida. Cuando a un lolo le preguntan qué opina sobre algo y contesta "ah no, es que yo no estoy ni ahí con los políticos", está dando una opinión de vieja. A veces uno mismo es vieja, como yo hoy abrigándome porque en la mañana estaba seudo-nublado. Ahora me aso de calor y no me puedo sacar el chaleco porque la polera de abajo está sucia. Mis alegatos previos contra las viejas pueden sonar ofensivos contra venerables señoras cuando en realidad se refiere a una mentalidad para ver las cosas. Madre: si estás leyendo esto, tú tampoco eres vieja (bueno, alguna vez de cuando en cuando).

Quiero mencionar esto porque ayer estuve con una de mis mejores amigas y la encontré feliz como cabra chica, porque de una u otra forma está pololeando. Ella tiene 58 años, a los 40 se hizo un by-pass cardíaco, a los 50 tuvo cáncer de mamas y el año pasado estuvo internada por varias semanas con un desgraciado cáncer óseo. Cuando la iba a visitar al hospital de la Católica y veía sus brazos moreteados me daban ganas de salir llorando. Pero ella todo se lo ha tomado con un temple maravilloso.

A la Cecilia la conocí hace ya varios años cuando confió en mí para una pega y durante todo este tiempo hemos trabajado juntos, yo he sido su medio pollo y con el tiempo hemos desarrollado un bonito cariño mutuo. Amistad que le llaman. Siempre me sorprende porque es menos prejuiciosa que yo en muchos aspectos y diez veces más inteligente e ingeniosa. Me alegra tanto ver que después de un año espantoso ha salido adelante con fuerzas que realmente envidio, tanto que se ve con más ánimo que yo la mayor parte del tiempo. Y ahora además ha decidido sacarse ciertas trancas y aceptar esta clase de noviazgo con un tipo al que yo denomino 'el vejestorio' mientras ella divertida me mira con fingida cara de odio.