9.5.05

Doña Griselda sobre el tejado caliente

Salí a la terraza con una taza de té en la mano derecha y un cigarrillo en la izquierda. No soporto fumar si no es tragando un líquido o mascando una pastilla de menta o limón. Y en eso estaba, sereno mirando el horizonte, reflexionando sobre el sistema de descenso de nuestra segunda división... cuando un ángel cayó del cielo.

Bueno, al menos eso creí yo, boquiabierto. Pero me equivoqué. Nada de ángeles: era la ya afamada Doña Griselda paseando por el techo. La venerable anciana intentaba arreglar una plancha de zinc que se había corrido de la casa de su nieta, originando tal vez una irritante gotera. Así que cobardemente me agazapé en un rincón e inmortalicé para la posteridad este momento mágico. Esta vez, al menos, no estaba armada.