El Sentido del Tránsito
Pues bien, esta semana tomé vacaciones en mi casa pues luego de mi separación sufro algunos problemas de liquidez. Aprovechando el tiempo libre decidí que era hora de ver qué diablos me pasaba en la maceta. Resulta que con los meses la leve molestia derivó en un perpetuo dolor en el mate. Era como si tuviera un elástico alrededor del cerebro y la única manera de aplacar la molesta sensación era colocarme un cintillo tipo Hans Gildemeister en la cabeza. En una ocasión tocaron el timbre y bajé a abrir con el cintillo puesto: el cartero me miró con cara de lástima, como pensando que seguramente yo era un ridículo ochentero sin ningún sentido del gusto.
En fin, la neuróloga ordenó un escáner cerebral con contraste. Este último dato no deja de ser interesante pues en cierto momento -mientras estás amarrado y enceguecido dentro de un tubo- te inyectan yodo a la vena y te arden las partes blandas, incluyendo manos, cara y gónadas. Y vaya que arden, es como si rociaran tus testículos con gasolina y les prendieran fuego. Luego de la desagradable experiencia manejé por tres cuadras contra el tránsito por Avenida Salvador. Mientras me miraba el piquete en el brazo vi aparecer la marea de autos y por suerte escapé jabonado de un choque frontal que me hubiera mandado más rápido de lo presumible al nicho. Lo curioso es que cinco minutos después hice lo mismo en Av. Portugal y a la mañana siguiente repetí la gracia en esa calle. Diagnóstico médico apresurado: el exceso de yodo te convierte en un idiota al volante.
Acabo de recibir el resultado del escáner tras días de calvario que me han impedido disfrutar con propiedad de mi breve asueto estival. No tengo nada en mi cabecita loca. Cefalea Tensional por Estrés, esa es la apuesta. Mmmh, suena lógico considerado el huracán pasional en el que me he visto envuelto en los últimos meses. Como ya me veía camino al sarcófago, en estos instantes me encuentro casi eufórico y he decidido disfrutar de la vida como un oligofrénico. Así que esta misma tarde parto al Festival de Viña para gozar del concierto de A-Ha e incluso pienso llevar el cintillo para exhibirme como el ridículo ochentero sin ningún sentido del gusto que soy.