Sacrificio Humano
Ni siquiera había puesto un pie en la sede vecinal cuando una veterana que no había visto en mi vida me solicitó que fuera a avisarle a la señora Nery del 450 -la casa con el toldo blanco, mijito- que la gente ya había llegado. Partí raudo a buscar a la dama en cuestión como eficiente niño de los mandados: por supuesto ni siquiera encontré el toldo y al retornar la presidenta de la Junta de Vecinos ‘El Progreso’ ya estaba lista para presidir la sesión.
- Tema a Discutir: recolección de residuos domiciliarios
- Expositores: funcionarios del Departamento de Ornato de la Municipalidad de Santiago
- Asistencia: 37 personas
- Edad Promedio de la Concurrencia: 71 años (y no es broma)
Hace algún tiempo me quejé porque todos los basureros de mi cuadra habían desaparecido. Pues claro, era el comienzo de un plan piloto de nuestro alcalde -personaje mediático curiosamente ligado al negocio- destinado a obligarnos a acumular la mugre en casa y sacarla justo antes de que pase el camión recolector (lo que sucederá tres veces a la semana, tipín mediodía). Los ágiles inspectores municipales cobrarán multas a quienes dejen los desperdicios en la calle a deshora. Estuve tentado de renunciar a mi trabajo para permanecer lunes, miércoles y viernes al aguaite del camión con mis bolsitas y así no ser sancionado, pero lo estimé poco rentable.
Relatar la insólita galería de sandeces que escuché durante la asamblea ocuparía mucho espacio, pero menciono algunas para vuestro solaz:
- Durante los fines de semana, en la calle Roberto Espinoza grupos de gótico-satánicos ya no efectúan sospechosos rituales con animales: ahora realizan sacrificios humanos en plena vía pública. Las vísceras y sangre resultantes no son limpiadas sino hasta el lunes.
- Dejar la basura tirada en la calle para que se la coman los perros y ratones es más higiénico que depositarla en receptáculos.
- Raúl Alcaíno está realmente muy preocupado de nuestro bienestar y pese a disfrutar de sus merecidas vacaciones sigue atento la inquietud ciudadana.
- Los habitantes de la comuna de Santiago somos todos pobres y muy incultos y por eso no podemos gozar de contenedores como en el resto del Chile urbano.
Luego de esta última declaración -y superando mi talante habitualmente timorato- pedí un aplauso para el Subdirector de Ornato, quien se retiró en medio de las pullas de la vetusta concurrencia. Dos reflexiones: 1) de los asistentes, sólo dos éramos menores de 50 años, lo que habla pésimo de la participación de una generación criada en dictadura (como luego me acotó mi hermano); 2) en ciertos pasajes me sentí orgulloso de varios de mis vecinos, quienes exigieron con argumentos sensatos y tajantes que dejaran de tomarnos el pelo. El funcionario -quien al inicio se las trató de dar de cancherito- quedó de volver la próxima semana con una respuesta. No creo que lo haga, pero al menos salimos de buen humor.