La casete
En algún momento de idiotez de mi adolescencia decidí que yo no iba a escuchar ninguna otra música que no fuera Depeche Mode. Así que boté todos los cassettes* de otros grupos, incluyendo uno de Midnight Oil que seis meses después compré de nuevo, reflejando el fracaso de mi opción. Luego me hice fan de una tienda llamada Prontomúsica, ubicada en una galería frente al Cine Tobalaba. Ahí vendían a dos lucas cintas pirateadas de otras cintas: mi primera compra fue el Construction Time Again de DM, que venía mal grabado y se escuchaba a una velocidad mucho más rápida que el original. De eso me di cuenta cinco años después, cuando escuché el CD y le pregunté al dueño si el disco estaba malo ya que las canciones sonaban tan lento.

Segunda decisión estúpida: hasta el año '98 seguí comprando cassettes y porfiaba a quien me oyera en que el sistema de CDs no duraría mucho más, alentado por un radiocontrolador sicópata que me juró de guata que el año 2000 el único formato vigente iba a ser el DAT (el pobre tenía como 50 DATs, los que costaban una fortuna). Un día me cobraron 9 mil pesos en Fusión por la cinta con los grandes éxitos de los Misfits: el CD estaba a siete lucas. Fue el último cassette que adquirí y ahora lo tengo en el auto junto al 'Vienna' de Ultravox que me regalaron el '93 y no había escuchado hasta este año. Por cierto, Ultravox es un grupo notable y le pega tres patadas a DM, que cada día soporto menos (pese a que tengo la casa empapelada con pósters de la banda).
En una caja dentro del clóset de esta pieza apilé mis más de 200 casettes que ya no sirven para nada. La mayoría los grabé del programa Música Marginal que conducía Guillermo Escudero en la radio de la U. de Chile. Gracias a este caballero -que hoy debe rondar los 50 años- salí de mi ostracismo musical y conocí entre otros a Jesus & Mary Chain, Pixies, Xymox, Front 242 y My Bloody Valentine, grupos que hasta hoy 'son parte de mi banda sonora' como diría algún snob. Para saber los títulos de las canciones los anotaba en un papel mientras este señor los listaba muy lento. Luego los transcribía en el cassette y les hacía un diseño medio mula que hoy da risa. Algunos los escuché hasta que se rompieron.
Todo esto es para decir que ayer me acordé que mi hermano me instaló un programa que se llama Audioscrobbler, el que archiva los mp3 que escuchas en el PC, determina cuál es tu tendencia musical y te sugiere ciertos grupos. Bueno, anoche supe que en este mes lo que más he escuchado es Ultravox, Ladytron y Ride. Y la primera sugerencia fue The Killers. Acto seguido los busqué en el hub, bajé el disco, los escuché y me gustaron. Muy fácil, claro, pero estoy seguro de que si no paso por esa década casetera la música no me gustaría tanto como me gusta ahora.
*[Nota mental: ¿alguien se acuerda cuando a comienzos de los '90 los académicos de la lengua obligaron a medio mundo a decir 'la casete'? Yo creo que esa fue la palada final al formato]
Para complementar: notable post de DLP en la misma onda casetera.


Para mí el colegio fue una etapa oscura y dolorosa. Odiaba ir a clases, detestaba a la mayoría de mis compañeros y profesores, me sentía solo y mi timidez tampoco ayudaba a hacerlo más soportable. Me iba bien sin estudiar (no recuerdo nunca haber estudiado nada, algo que me pesó en la U), pero injustamente me gané el mote de 'mateo' y pedante. Varias veces sufrí guerras en mi contra y hasta el día de hoy agradezco al cielo el no haberme transformado en el 'perkins' del curso: sencillamente fui abandonado en un rincón con el apodo de 'Hombre Isla' ante la indiferencia general. Sólo una legendaria borrachera en un paseo a San Carlos de Apoquindo me salvó del total anonimato y me creó una pasajera fama de ebrio que tampoco merecía. El día que salí de ese maldito lugar llamado Liceo Alemán fui el hombre más feliz del mundo. En la Universidad, por suerte, fue todo diferente, si no ya me hubiera tirado por un balcón.
La imagen que tengo de esa visita -y no otra- es la del Papa asomándose de un balcón de La Moneda acompañado de Pinochet. Eso nunca lo he entendido, porque una cosa creo es apoyar a un pueblo que sufre, y otra darle en bandeja a un dictador la oportunidad de aparecer respaldado por el Sumo Pontífice de la cristiandad. En los reportajes que se difunden hoy a cada rato nos insisten en que el Papa puso como condición para la visita el tener una agenda absolutamente libre. Pues entonces, deduzco que nadie lo obligó a dejar para la posteridad esa postal horrible junto al Viejo. Resulta que ahora me tratan de vender que en esa reunión el Papa le dijo a Pinochet que renunciara y que el viaje por Chile sirvió subrepticiamente para inyectar conciencia democrática al pueblo oprimido. Creo de corazón que todo eso es falso porque S.S. no pronunció siquiera una frase en Chile en la que aludiera al tema. Habría preferido cien veces que el Papa viniera una vez recuperada la democracia y hubiera condecorado al Cardenal Silva Henríquez, quien sobradamente se lo merecía ya que le regaló a la Iglesia chilena el respeto del pueblo (el que paulatinamente se desvanece). No recuerdo ninguna foto del Papa junto a él.




